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jueves, 11 de noviembre de 2010

NÚMERO DOS

Por: Yazmín Cortés
20/10/2010




¡Cuánto te extrañaba!
¡Cuánto extrañaba sentirte!
¡Cuánto me juzgo por esperarte!
¡Cuánto muelo mi cerebro por recordarte!
¡Cuánto aire le arrebato a mis pulmones por suspirarte!
¡Cuánto odio a mi razón por quererte!
¡Cuánto te extrañaba!
¡Cuánto extrañaba sentirte, TRISTEZA!

miércoles, 20 de octubre de 2010

ATISBOS

 Por: Yazmín Cortés
20/10/2010



“Una voz cruda, fría y triste me llamó en busca de consuelo”
Abrí mis ojos justo en el momento en el que el despertador empezaba a gritar. Una sonrisa infrecuente marcaba mi rostro; mi cerebro pretendía inmortalizar mis sueños y mi cuerpo se encogía perezosamente sin la intención de levantarse. Escuché la emotiva voz de mi madre diciéndome que tenía que levantarme para ir a misa. Miré al techo unos minutos mientras asimilaba la idea. Me levanté, no me bañé y me puse lo primero que encontré, recogí mi cabello, cepillé mis dientes y olvidé desayunar.
Al llegar a la iglesia todos parecían tranquilos y mi atención fue robada por el paisaje poco robusto de la ciudad. Subimos las escaleras con mi madre e indique el lugar en el que íbamos a sentarnos, atrás. La misa inició y recordé que esta sería la tercera misa del año, un pecado más en mi lista. El cura lanzó su discurso a la audiencia y mientras él hablaba yo buscaba alguna distracción, miré las estatuas y pinturas y algo insólito pasaba con ellas, parecían tener vida. Los ojos de Cristo lloraban, María engordaba su vientre como en un embarazo, las pinturas de ángeles parecían infiernos en los que los demonios torturaban a los niños, el cuadro de San Gabriel giró y ahora era él quien estaba derrotado y humillado, las cruces blancas pasaron a ser verdes y el incienso compactaba el ambiente haciendo que una pequeña niña que estaba a mi lado y yo viéramos los fantasmas de el nirvana y el caos. 
Yo, siendo tan cobarde me sorprendí al no sentir temor alguno por el averno que crecía en aquella iglesia. El demonio que maltrataba a Gabriel me sonreía y me invitaba a seguirlo, así que continúe mirándolo y mientras violaba a Gabriel unos pequeños y sucios niños le entregaban una bandeja colmada de órganos humanos y ratas que los comían con sus dientes chispeados de sangre, y como si estos fueran chocolate pedían más. Me repugnó y ahora clavé mi mirada en María y su gran estomago, esa tierna mujer daba a luz una y otra vez ¿Y sus bebes? Pues sus recién nacidos eran ciertamente el alimento de las asquerosas ratas. Corrí mi rostro y vi que Jesús lloraba lágrimas negras, presté atención al lugar en el que se amarraba su mirada y noté que lloraba porque su televisor sólo tenía cincuenta canales. Me fijé en sus labios y escuché un susurro que decía: “tengo sed”. Al instante un demonio bien vestido le alcanzo una cerveza y Jesús le agradeció con un billete. Continúe y miré el siguiente cuadro, era el cuadro de los ángeles, los demonios los torturaban y casi todos los niños se quejaban y lloraban, menos uno, el pequeño no se lamentaba, al contrario, sonreía. Pregunte el porqué de su sonrisa y este me contesto: La respuesta eres tú mi niña, pues si tus ojos pueden soportar este infierno mi alma puede soportar la desgracia. Le contesté que no podía comprender por qué no me importaba lo que estaba viendo. El niño, mofándose de mí me dijo: olvídate del mundo, el mundo se olvido de ti, mejor agradece pues la indolencia toco a tu puerta. Ahora dime ¿Quién crees que soy? Lentamente salió del cuadro, se paró a mi lado y en un parpadeo se transformó en mí, era como verme en un espejo, cada cabello, cada peca, cada gesto. Se acercó y me habló: mi futura alma perdida, el ángel del cuadro era yo cuando nací, esto que vez fue el inicio de lo que soy. ¿Quieres saber quién soy? Mírame.
¡Era horriblemente atractivo! alto, robusto, cabello undoso, piel blanca y ojos negros. – soy Baltasar, no te asombres al ver que mi piel no es roja o negra, soy solo otro hijo del de arriba. No entendía nada. – ¿Por qué puedo verte y por qué puedes estar en una iglesia? Le pregunté – puedes verme porque yo te lo permito, pues al igual que tú yo también me desilusioné de lo que era; puedo entrar aquí desde hace siglos, pues en donde hay pecado hay tentación, y yo soy amigo de esta. Mira al cura, un supuesto guía espiritual, sólo es mierda lo que habla, dice que las apariencias no lo son todo y trae puesto un Rolex. 
Sin darme cuenta la gente ya estaba saliendo del templo, mi madre me tomó del brazo y me impulsó hasta la puerta. Al gírame para persignarme el demonio me grito desde el altar: ¡Bienvenida! Es un abismo sin dolor. 
Al salir todo era relativamente normal, de nuevo el bello paisaje, la gente tranquila y mi madre a mi lado. Me propuse olvidar lo ocurrido. Decidimos caminar, mi madre hizo planes y se fue a una finca. Al llegar a casa me encontré sola, coloqué música y me senté a leer, pero no podía concentrarme así que encendí el televisor y me acosté a mirar una película de romance, pero el aburrimiento era pesado y el sueño me envolvió.
Desperté con el intacto recuerdo de la iglesia dando vueltas en mi cabeza e inevitablemente las palabras de aquel hombre retumbaban en mis pensamientos. Busqué un espejo y al mirarme caí en la cuenta de que yo ya no era yo, de que ya no quiero, de que lastimo, de que ignoro, de que olvidé soñar, de que ya no siento. Me senté y mi rostro cayó en mis manos, las lagrimas empaparon mi rostro y las sabanas de oscurecieron. Intenté tranquilizarme y recordé a la tierna y sensible niña que solía ser y que solía odiar, levanté mi rostro mi miré a la fría y “fuerte” niña que ahora amaba. No suelo planear, pero esta vez decidí hacerlo, maquiné mis próximos pasos y en estos incluía mostrar y compartir mis sentimientos. Comenzaba a sentirme mejor. El teléfono sonó y al contestar era justo la persona en la que estaba pensando. Le salude cariñosamente pero su voz parecía enferma y triste. – ¿Te pasa algo? Le dije. – No, es solo que estuve pensando toda la tarde en nuestra historia y no creo que sea prudente continuar, ya me arrastré y a ti no te afecta, a ti no te importa. Me quedé muda, no sabía que responder, solo pude pedirle perdón y decirle que en serio me estaba esforzando por cambiar, pero con un tono entristecedor me dijo: tomé un decisión, será lo mejor para mi (su voz se rasgó), aunque se me parta el alma lo mejor es que retomes tu camino y yo el mío. – ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo? Le reproché. – Sí, adiós.
Boté el teléfono y me tiré en la cama. Lloré como un bebe asustado y pensaba: ¡En verdad la cagué! Perdí la parte de mi cielo que me permitía ver la luna. Pasados unos minutos el maldito hombre aparece de nuevo
– Tranquila, vas bien, gracias a cosas como esas soy lo que soy. A mí también “una voz fría y triste me llamó en busca de consuelo”. 


viernes, 17 de septiembre de 2010

Hoy la luna esta triste.....

Por: Elkin Estupiñan Parra
18/09/2010


....porque tu no le sonríes, las estrellas se han vuelto opacas y el cielo ya no es hermoso, en el mar de mis pensamientos tu recuerdo se desvanece 

porque tu nublas el mundo cuando se nublan tus ojos. 
Que sol mas brillante que tu rostro sonriente, 
que brisa mas calida que tu beso en mi mejilla, 
pero tus lagrimas son un diluvuio que me hace agonizar. 
Si en mis manos estuviera yo un conjuro haria: 
que a cambio de tus lagrimas mi sangre se derramara, 
que a cambio de tu tristeza mi carne se desprendiera, 
que por evitar tu sufrimiento mis huesos polvo se hicieran, 
que para tu felicidad eterna yo ya no existiera. 
Porque para verte llorar es mejor morir, 
porque para verte sufrir es mejor no haber nacido. 
Por eso en este dia yo te ofrezco mi ser; 
y desde hoy para ti mi cuerpo un saco de arena es, 
mi mente una vasija de desahogos 
y mi espíritu una manta que te protegera por siempre. 
Ahora la luna sonrie como nunca, 
las estrellas de colores bailan en el hermoso cielo nocturno, 
y yo; yo por fin recuerdo porque razon naci 
y porque razon aun no he muerto.

jueves, 16 de septiembre de 2010

137 LÁGRIMAS

Por: Yazmín Cortés
16/09/2010


Una tarde sin bolsas se rompió, y la mitad del espíritu que me acompañaba se partió y se batió procurando hacerse consistente, un poco más espeso. 


Ese abrazo no rompió el silencio, ese abrazo lo creo, lo beso, lo amarró, lo cargó y lo mordió.
En sus ojos, el llanto quería salir; en su boca, sus gritos pasaban ardor; en sus manos los dedos pedían y sufrían por sangre, pero su llanto se congeló, sus gritos se hundieron y sus manos y dedos se lavaron en agua.
Una mujer poco respetable le insulta y a él le resulta un tanto doloroso, un tanto punzante, un muy profundo cuchillo en su estomago. 
Procuro no existir, yo solo los veo y seco sus lagrimas, esas feas y llenas de agujas, lágrimas que desgarraron su ojos, su negros, profundos y muy bien creados ojos. Sus manos tiemblan, su cuerpo suda y su cabeza se duerme en sus pies.
La luz de la habitación es gris, muy triste, muy ruidosa, una luz que desnuda; adentro, una vela encendida, con luz amarilla, muy tranquila, muy querida, muy cálida, una luz que lo amaba.
Las plantas del patio se caen, sus manos las recogen y las uñas las entierran. Ahora su rostro es de vergüenza, yo tan solo le miro los labios ¡Esos labios! (beso su frente).
La muy prudente lluvia cae aplastando su sueño, y al tener un segundo de privacidad sale corriendo, gritando y llorando, ahora el cementerio lo viste de muerte, lo viste de luto, y yo de nuevo tan solo le miro los labios ¡Esos labios! Su amigo, un pingüino que canta, le abraza el estomago y le toma las manos, empieza con su melodía y grita de dolor.
En el piso se encuentra él, tirado pero no ignorado; los ojos curiosos le miran, le susurran. Pasa una hora, y la lluvia llora con él, el pingüino canta a su ritmo, y yo le miro sus labios ¡Esos labios!
Me trago mis suspiros, pues aprendí a ser fuerte, claro, aparentemente fuerte. Decido abrazarlo y ¡Esos labios!, esos labios tan propios de él se empiezan a quemar, una gota ácida y clara los hace sangrar azul, un azul muy negro. 
Ya no aguanta, dejo de abrazarlo y un grito detiene el pueblo, es solo un segundo de 24 horas. 
¡Y qué cocinada esta mi alma! ¡Que arrancada esta mi sonrisa! Pero no espere que llore, no voy a llorar por su llanto, ese llanto es suyo, ese llanto duele, y porque duele yo no lloro. 
Usted lloró 137 lágrimas, y yo no parpadeé 137 veces, pues mis ojos lo besaban, mis ojos le miraban esos labios suyos, esos labios que son de limón. 
Usted lloró 137 lágrimas, y yo perdí 137 sonrisas.

¿Muchos por estos días andan muy preocupados, por las notas, pero eso en verdad es lo que importa?

Por: Karime Perez
16/09/2010


A veces muchos estudiantes sentimos que nos clasifican solo ´por eso, pero así como nos formamos ahora será como seremos en el futuro, y la verdad que lastima porque muchos de nosotros recurrimos a escusas tontas que al final no sirven de nada:
“el profe me tiene bronca”, “no pude”, “se me perdió”, “no alcanzo el tiempo”, es que…
esas bobas escusas que hasta yo uso.
el 12 de septiembre los jóvenes de once presentamos el examen icfes, muy importante para nuestra carrera, para el colegio, nuestras familias, y lo más importante...para nosotros.
es increíble pensar a veces todo lo que hemos logrado en todos nuestros años, que mal o bien nos han traído hasta aquí.
y ahí es donde se halla la diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario, salirse del margen, de la monotonía, ser otra persona, una que se atreve a soñar allegar lejos.
porque cuando estamos en la cima de una montaña encontramos otra mas alta
atrévete

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El Valor de los actos

Por: Adriana Cuevas
15/09/2010






El hombre desde que nace hasta que muere tiene ansias y sed de pelea. Porque una guerra?, porque el hambre?, porque es necesario que haya muerte? porque adoramos pelear?.
Es tan estúpido que para que unos pocos mueran de hambre, otros tengan que morir de indigestión. Cada vez que se hable de vida, es necesario que se hable de muerte, y i es algo natural: pero no es natural los genocidios, ni homicidios tantas muertes injustificadas…y ya que digo muertes injustificadas, matar por “subsistir” tampoco se justifica.
Muchos jóvenes en medio de nuestra ignorancia y de nuestra irracionalidad tendemos a caer en las palabras de otros, que bien o mal, son más débiles que nosotros mismos, caemos… somos fáciles de convencer así que los voy a tratar de convencer:
Pelear no trae nada bueno consigo
Hacer el mal y dañar a otras personas no causa ninguna satisfacción
Cuando te rodeas de personas para que te vean como alguien fuerte, eres mas debil que nadie, además es ridículo.
Una persona que trata de llenar el vacío emocional que le causa alguien, con otra persona, lo único que logra es abrir otro vacio.
Estoy más que segura que nadie vino al mundo para sufrir por otros.
Y por ultimo muchachos si no tienen nada que hacer busquen un hobby o un trabajo; si les produce placer el dolor ajeno vaya al psicólogo y si les importa la causa: DIFUNDIR LA IDEA